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«Es hora de que la UE esté más cerca de su ciudadanía»: un mayor papel de los entes locales y regionales puede contribuir a restablecer la confianza en la UE  

La brutal invasión de Ucrania ha servido para recordar que, a pesar de sus diferencias, los veintisiete Estados miembros de la UE están estrechamente vinculados por un compromiso con la paz, los valores fundamentales comunes, la democracia y la solidaridad. Sin embargo, la confianza pública en la UE sigue siendo baja: los resultados de las elecciones presidenciales francesas no son motivo de celebración sino de alivio, con un 41 % de votos para la extrema derecha. Hoy, el Día de Europa, tras un año de debates en el marco de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, es el momento de reflexionar con franqueza sobre el modo de reformar el funcionamiento de la UE para que esta sea más eficaz, responda mejor y esté más próxima a las personas a las que sirve.

La pandemia y la respuesta humanitaria a la guerra en Ucrania han demostrado que, en momentos de crisis, la UE depende de sus regiones, ciudades y pueblos. En Ucrania, los alcaldes permanecen valientemente junto a sus ciudadanos, mientras que las regiones fronterizas polacas, rumanas y húngaras proporcionan ayuda y refugio a la gran mayoría de los más de cinco millones de refugiados ucranianos. Ciudades y regiones de toda la Unión Europea están recogiendo alimentos, medicamentos y material de primeros auxilios y enviándolos a Ucrania.
Además, los entes locales y regionales de la UE también prestan ayuda a millones de refugiados ucranianos proporcionándoles acceso al mercado laboral, a la vivienda, a la educación y a otros servicios sociales. La UE ha apoyado con rapidez a estos entes locales y regionales permitiéndoles utilizar fondos de la UE no gastados para ayudar a hacer frente a la nueva emergencia. La Comisión Europea ha empleado la política de cohesión de la UE —fondos regionales— para apoyar a las regiones que acogen a los refugiados. La necesidad de cohesión, como inversión y como valor, nunca ha sido más clara.
La guerra en Ucrania también ha tensionado gravemente la seguridad energética de la UE y está provocando un aumento de la pobreza energética, que ya afecta a más de treinta millones de europeos. La decisión de seguir comprando gas y petróleo a Rusia para mantener la estabilidad ha fracasado. Ante la emergencia climática que preocupa a la ciudadanía, y en especial a la juventud, el regreso a los combustibles fósiles no es una opción. La UE debe acelerar la transición hacia una economía neutra en carbono. Los entes locales y regionales están desempeñando un papel importante a la hora de descentralizar la producción de energía, impulsar la inversión en energías limpias y financiar la renovación de edificios.
Desde hace más de una década, las encuestas de opinión muestran que los gobiernos locales y regionales son el nivel de gobierno que despierta mayor confianza. El motivo es sencillo: los gobiernos locales forman parte de la vida cotidiana de las personas, escuchan sus necesidades y deseos y responden a ellos. Además, los representantes políticos locales y regionales aplican el 70 % de la legislación de la UE en nuestros territorios. Sin embargo, este papel fundamental no se refleja adecuadamente en el proceso legislativo de la UE.

Ha llegado el momento de reforzar esta función crucial a través del Comité Europeo de las Regiones, que debería ir más allá de su función consultiva actual y pasar a ejercer un papel vinculante en ámbitos con una clara dimensión territorial. Esto conducirá a una mejor legislación y una mayor legitimidad democrática en la UE, y dará a los 1,2 millones de dirigentes locales y regionales un motivo para hacer de puente entre la UE y su ciudadanía.

Tras un año de debates y buenas intenciones, la Conferencia sobre el Futuro de Europa ha demostrado que la ciudadanía exige más transparencia, más inclusión, más sostenibilidad y más seguridad. El debate institucional ha tenido lugar en Bruselas y Estrasburgo, pero el proceso ha reforzado la idea de que los dirigentes locales y regionales elegidos en las urnas son el vínculo entre la ciudadanía y los gobiernos nacionales y la UE. Para que la democracia europea sobreviva es hora de hablar y actuar más allá de las capitales nacionales y de la UE. Esto dará voz a los escépticos y a quienes se sienten dejados de lado.

La Conferencia sobre el Futuro de Europa también ha mostrado que pueden introducirse muchas mejoras en el marco de los actuales Tratados. Por ejemplo, el artículo 20 del Tratado de la Unión Europea establece que los ciudadanos de la Unión tienen el derecho «de sufragio activo y pasivo en las elecciones al Parlamento Europeo y en las elecciones municipales del Estado miembro en el que residan, en las mismas condiciones que los nacionales de dicho Estado». Las cuestiones europeas pueden abordarse a través de los cientos de elecciones locales y regionales, ya que el 70 % de la legislación de la UE es aplicada por los entes regionales y locales. Aunque este derecho está contemplado en los Tratados desde hace años, las instituciones de la UE no han invertido en la confianza ciudadana de base. La ciudadanía de la UE implica derechos y responsabilidades, uno de los cuales es el sufragio activo y pasivo. La disposición de los Tratados al respecto constituye por tanto una oportunidad aún no utilizada: la ciudadanía podría esperar de la UE que la aprovechase mejor, en particular en los períodos entre elecciones al Parlamento Europeo. Esto también debe resolverse ahora si no queremos que los extremistas y populistas incrementen aún más su poder.

Las modificaciones de los Tratados no deben ser un tabú en el caso de necesidades esenciales como la salud, la defensa o la mejora en la eficacia de la toma de decisiones de la UE. Por ello, la propuesta del Parlamento Europeo de una nueva Convención sobre el Futuro de Europa constituye una oportunidad muy bienvenida para hacer realidad una evolución fundamental del papel de los gobiernos locales y regionales y del Comité Europeo de las Regiones. Por el contrario, si la Conferencia no aporta cambio alguno se percibirá como una nueva maniobra de Bruselas de cara a la galería, sin valor añadido para los ciudadanos. La Conferencia debe aplicar las numerosas propuestas de reforma que se han presentado: de no ocurrir así corre el riesgo de ser vista como un instrumento de propaganda más sin valor real.

Europa necesita cambiar situando a sus regiones y ciudades en el centro, o correrá el riesgo de que la ciudadanía le imponga cambios en las urnas. La respuesta de la UE a la hora de proteger a los refugiados, hacer frente a la emergencia climática y encauzar la recuperación económica tras la pandemia marcará la opinión de la ciudadanía de aquí a 2024. Ante la proximidad de las elecciones al Parlamento Europeo, los doce próximos meses serán cruciales para reforzar entre las personas la sensación de que la Unión Europea es realmente importante para ellas, para sus familias y para su vida. Es hora de que la UE esté más cerca de su ciudadanía.

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